Wednesday, June 1, 2011

Fallo: ¡Culpables!




FALLO: ¡CULPABLES!
PR Armed Citizen


En 1994 solicité la licencia para tiro al blanco. Me fué aprobada sin mayores dificultades y el mismo día que la recibí por correo, fuí a la armería Western Armoury y adquirí mi primera pistola: COLT MK IV SERIES 80 Combat Commander .45. Hacía poco tiempo que había terminado mi servicio en el Cuerpo de Infantes de Marina de los Estados Unidos (USMC). Había entrenado con el modelo 1911 en el USMC y había vivido la transición de la 1911 a la Beretta M9, sin embargo, tenía una conección especial con el modelo 1911. Entonces no dudé en poseer una y fué mi primera opción, dada la accesibilidad de la misma a un precio razonable. Entonces, comencé a ir sábado tras sábado al Club de Tiro Ponce Experts y pasé muchas horas de esparcimiento disparando la .45...

En febrero de 1996 ocurrió lo que nunca me imaginé: a un mes de estar casado, fuí invitado a una actividad de matrimonios en una iglesia bautista de mi pueblo. Recuerdo como hoy haber bajado a eso de las 6:30 pm del edificio donde vivía. Allí me encontré con que un delincuente estaba corriendo bicicleta frente al edificio, sin embargo, llegué a tener un falso sentido de seguridad pues vivía en un tercer piso y veía remota la posibilidad de que se metieran en el apartamento. Ese sentido de seguridad se fué al suelo cuando llegué de la iglesia con mi esposa. Cuando llegamos al estacionamiento y miramos hacia el balcón, vimos la puerta abierta. Entonces sobrevino un temor y a la misma vez un sentido de incredulidad. Pensamos que por error habíamos dejado abierta la puerta, pero dentro de mi corazón sentí una espina de que nos habían robado. Entonces, con mucho pesar subimos al apartamento y nos encontramos con la dura realidad de que nos habían hecho un robo grande y habíamos perdido miles de dólares entre una cosa y otra, incluyendo la propiedad mas preciada para mí: mi pistola. Con el pasar de los años la dí por perdida.

Rápido supimos quién nos había robado y dimos cuenta a la Policía de Puerto Rico. Al otro día, cuando recibimos a los oficiales que tomarían las huellas, estaba asomado en el balcón cuando ví pasar el carro con el maldito delincuente en el asiento del pasajero. Siempre se me quedó grabada la imagen, pues se quedó mirando hacia donde yo estaba con una sonrisa de burla y celebrando la victoria de que había dado tremendo palo.

De siempre he tenido la dicha de conocer a mucha gente de mi pueblo: conozco a muchos buenos y así mismo a muchos malos. No tardó mucho en que me enteré quien había comprado la pistola y en dónde habían vendido parte de la propiedad. ¿Y la Policía de Puerto Rico? Con toda la información que le había dado, bien, gracias... Las semanas subsiguientes fueron terribles: nos vimos acosados por la burla y las amenazas de los delincuentes... ¿Y la Policía de Puerto Rico? Bien, gracias...

Tuve entonces una crisis bien grande: sábado tras sábado, cuando llegaba la hora acostumbrada en la que salía hacia el club de tiro caía en crisis, en negación. Recuerdo el día y el lugar en el que le pedí justicia a Dios... iba solo en el carro y le pedí justicia a gritos literalmente... Entonces, la semana siguiente me aterró al ver la justicia llegar cual relámpago que cae del cielo. Cuando llegué del trabajo había una conmoción grande en la calle... sentí un sobresalto en mi corazón y pensé en que algo le había ocurrido al delincuente. Efectivamente: el delincuente estaba muerto. Había cogido de punto a una familia muy querida del pueblo y no solo había aterrorizado a la viejita en la casa, sino que día tras día le estuvo escalando la oficina que tenía su hijo (dentista) cerca. El padre, un señor de 80 años, cansado del abuso, se encerró en la oficina a esperar al delincuente por varios días hasta que el maldito cometió el grave error de romper la ventana por última vez y penetró la propiedad. Dentro de la oficina, cuando ya se vé sorprendido por el anciano, se le abalanzó encima... Recibió el primer tiro de un revolvito Colt .38 en el costado... Entonces el terror que había ocasionado en la viejita y en su hijo, se apoderó de él... En la huída fué perseguido por el anciano, quien disparo tras disparo vació el revolvito encima del maldito delincuente, quien tuvo energías para echar una carrera y refugiarse en un negocio cercano al que antes también había escalado. En sus últimos suspiros, según los testigos, el maldito pedía a gritos que lo ayudaran, porque unos monstruos se lo estaban llevando... Su compañero de fechoría murió par de años después. Fué hallado muerto por un agente antidrogas con una jeringuilla insertada en su brazo.

Curiosamente, la prensa le dió una cobertura especial a ese caso. Meses después de la muerte del maldito delincuente, las Noticias Extra (Teleonce, hoy Univisión) tiró con Cid Marie Flemming un reportaje en donde la familia del delincuente pedía "justicia". No se dieron cuenta que ya la justicia había llegado y el fallo contundente: ¡CULPABLE! y la sentencia ejecutada por un anciano armado de un Colt .38. Vale destacar que el anciano murió muchos años después como mueren los ciudadanos decentes y honestos que le han servido bien a su nación, su pueblo y su gente: en paz, rodeado por un pueblo que le quiso y le respetó hasta el final.

En noviembre de 2010, unos agentes del FBI visitaron mi casa. Luego de entrevistarme con ellos, me dieron a conocer que habían incautado la pistola en el año 2001. ¿Por qué tardaron tanto en avisarme? Nunca lo sabré. El primero de junio de 2011, a las 11:50 am sostuve mi preciada primera pistola en la mano. La recuperé y en el momento en que escribo esto, la tengo junto a mi en la mesa, como testigo de que la justicia llegó a brillar nuevamente. Debo destacar que no le cabe un rayazo mas... En comparación con mis otras armas, se vé sucia y rayada, pero me he prometido que iré llevando a cabo una restauración como corresponde.

Quien lea esto a lo mejor preguntará de qué vale que restaure una Colt Combat Commander, pero sin dudarlo digo que vale tanto como una eternidad, pues quienes se la robaron pagaron muy caro su atrevimiento.

Hoy 2 de junio de 2011, a las 4:07 am, con la Colt Combat Commander como testigo mudo, afirmo que he aprendido varias lecciones, pero de estas se destacan dos: vivir una vida honorable y de respeto conlleva mérito, virtud y bendición, mas vivir una vida sin ley y sin orden, robando y matando, delinquiendo en contra del ciudadano decente y honesto les conllevó a este par de delincuentes un fin aterrador, en donde el mismo demonio en persona los vino a buscar. El Altísimo dió el fallo que no hubo juez alguno que pudiera darlo:
¡CULPABLES! y fué ejecutada la sentencia...

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