Saturday, November 26, 2011

Molon Labe


MOLON LABE
Lcdo. Oscar Acarón

La vida es el tesoro más extraño y más preciado dentro de todo el universo. Todo ese inmenso espacio apiñado de inmensas galaxias, trillones de soles y a saber el mismo Dios cuantos planetas, carecería de sentido alguno si no hubiese vida en el. Nuestra Divina Ascendencia resulta ser quien mayor conciencia real tiene en el asunto. Tenemos por seguro de que no fuimos paridos por una piedra y aunque pudiésemos pensar que algunos de nosotros se cayeron de una mata de plátano, más seguros aun estamos de que ningún hombre ha llegado a la vida por la vía vegetal. Nuestro empeño preservador de la vida es tal que hemos desafiado al mismísimo Ángel de la Muerte inventando toda clase de remedios al efecto. Hemos buscado incluso remedios al cáncer, al SIDA, a las condiciones cardiacas y pulmonares y a toda condición o enfermedad conocida o no conocida con tal de librarnos de la muerte. Más aun, hemos recurrido a todo manifiesto sagrado en nuestro empeño de librarnos también de nuestra muerte espiritual. Tan ello es así que solo un reducto número de hombres permanecen sumidos en la idea de la inexistencia de Dios. Pero es que su lógica intelectual aun no ha alcanzado la última de las preguntas: ¿De dónde, si de algún sitio vino la vida? En más de una ocasión he utilizado el ejemplo de la guerra en los cielos para ilustrar que lo que en un principio hubo, Dios en persona lo defendió con su ejército de Ángeles liderado por San Miguel Arcángel. Si “Luci” hubiese ganado en esa guerra, el universo seria un espacio carente de luz donde almas desparramadas andarían penando por su desgracia. Pero la irracionalidad del hombre es tal que en sus arranques de supuesta intelectualidad promueven la idea de que los otros hombres carecen del derecho a defender su vida, que no podemos tener armas, porque eso es malo. Háganle al Padre de todos los hombres la misma pregunta. ¿Por qué no esperó manso y tranquilo el ataque de “Luci” y sus esbirros? Me imagino que la razón estaba en que la vida del universo se encontraba al rescoldo, que lo que había ideado no se iba a dar, que sus preciadas “almas” (vidas) no iban a conocer de su libertad y de la felicidad, menos aun de lo dulce y descabellado y maravilloso del amor. La noticia nos trae el anuncio de otra desgracia; un neurópata conocido ha muerto si ni tan siquiera poder defenderse. Lo atrapó incauto uno de los esbirros de “Luci” que pulula sobre la tierra. En este momento, para mí, las razones que pudiesen tener los asesinos poco me importan. Este hombre fue atrapado en su inocencia y ni tan siquiera pudo defender el tesoro más preciado del universo: LA VIDA. Defender la vida es importante. Ese detalle no puede pasar desapercibido a nuestra conciencia racional y aquellos menoscabados mentales que piensan lo contrario no cuentan ni con mi apoyo ni mi respeto. No permitas que nadie te quite ese derecho a defender tu vida, defiende la 2da. Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos de América o en su defecto defiende uno de los mandamientos del gran prócer Ramón Emeterio Betances; el DERECHO a poseer y portar armas. Tu vida lo necesita.

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