EL CULTO A LA IMBECILIDAD
Alberto Acarón
Curiosamente esa queja no se trata de la vieja costumbre de camuflar sus economías reales por los viejos ricos. Nuestros viejos ricos, mientras más dinero y ganancias hacen, más se quejan. Sabemos que sus quejas son ladinos intentos de alejar de sus privadas arcas a los Comisarios de Notingham.
Pero no, de camuflar dinero las actuales quejas, tengan por seguro no se trata. Sin duda alguna vamos en la consabida ruta del cangrejo; caminada de espaldas. ¿Qué rayos, si algo, nos ha traído hasta aquí? ¿Quiénes son los últimos responsables de entre todos los elementos de nuestra sociedad, del despelote que estamos viviendo?
Me imagino encontrarme en un estadio junto a 30,000 personas y al tirar la pregunta al aire 29,999 me van a gritar a la cara: ¡Los políticos! Ah, yo no sé cómo, luego del desarrollo del sistema republicano de gobierno, la criatura del político, se degeneró al extremo y se convirtió en el último producto digestivo; desecho de la humanidad.
Pero de eso, hace ya mucho tiempo que lleva en esas condiciones y la esperanza de que los políticos cambien para mejor son como dice la canción: “Esperanza inútil, flor de desconsuelo, ¿Por qué no te mueres, en mi corazón?”
La norma existencial es que aquel que es incapaz de ganarse la vida trabajando, termina siendo un político; le es más fácil vivir la vida engañando y en las mas de las ocasiones también robando. Es raro conocer de un político que no le rinda culto a la imbecilidad. Tan ello es así que demostradamente son incapaces de hacer una “o” con el culo de un vaso.
Se cansan engañando a la gente haciéndoles promesas de campaña que luego jamás cumplen. De hecho no se cumplen por dos cosas: la primera porque en la generalidad de los casos la promesa es una “mentirilla” para arrimarse su voto y la segunda porque son incapaces de lograr que se cumpla la promesa; no pueden, no tienen capacidad para hacerlo.
¿Y cómo es posible que de cada cien leyes, una, les salga buena?
Es que no las hicieron ellos, se las hizo el asesor de turno, quienes tienen que pensar para hacerles quedar en alguna cosa bien, a cambio de que les tiren con algunos dolaritos en un contratillo. Esos dolaritos se los regala la masa irracional, ya sea a través de las contribuciones fielmente recogidas para ellos por los esbirros de la Comisaría De Notingham, o se los quitaron a la gente en sus recolectas de campaña.
Al fin, que es que la masa irracional ha entrado voluntariamente y en grado de aprobación a sufragar el culto a la imbecilidad. Al final de este asunto ¿Podemos responsabilizar a los políticos de nuestro descalabro? Aquí me voy a tirar de pecho y mi contestación a esa pregunta es un resonante ¡NO!
La razón es que no podemos responsabilizar al discapacitado mental por sus actos. ¡Claro, es que no saben lo que hacen! La verdadera responsabilidad del estado en que nos encontramos la tienen otro grupo de personas y son aquellos que tiene la responsabilidad de resolver nuestros problemas en la última de las instancias.
El gobierno tiene tres ramas y el final de todos los argumentos se dilucida en una de ellas. ¿Y saben qué? Ciento treinta créditos universitarios y noventa y dos post graduados amarrados por una reválida para luego corromperse por el poder e irse a acostar mansamente junto con las huestes de la imbecilidad a acariciar el abuso y la tiranía.
Como parte de nuestro particular trajinar histórico, dentro de las filas del nuevo mundo, una de las cosas más importantes que involuntariamente nos vino a caer a las manos lo fue la mejor Constitución del mundo conocido y del mundo que habremos de conocer.
Una Constitución con todo un catálogo de bien pensados derechos, los cuales, NO disfrutan el resto de la humanidad. Lamentablemente, los llamados a resolver, en última instancia nuestras controversias, corrompidos por el poder absoluto que entrañan las sillas que ocupan, lentamente pero seguro han ido socavando todos y cada uno de nuestros derechos constitucionales, desdeñando la única protección contra un estado abusador, encaminándonos paulatinamente al estado avasallador en que vivimos.
¿Recuerdan el informe sobre derechos civiles contra la Policía de Puerto Rico? Pues saben que, eso no ha pasado de casualidad. Ha pasado porque se le han dado alas y protección al animal ponzoñoso; vivimos en un estado policíaco. La visión de esos que señalo responsables es ampliamente discriminatoria, elitista, viven en las nubes, ajenos a la población, presumen de ser los mas que saben, de sus vanas relaciones dentro del habitáculo donde privilegiadamente se han desempeñado.
Pero lo más bochornos e indigno de todo es el que su palabra vale lo que vale un follón de una ramera. Prestaron juramento impuesto por la Ley de Relaciones Federales al efecto de defender la Constitución y como consecuencia, a los derechos contenidos en la misma y TRAICIONARON dicho juramento olvidando que con ello juraron defender los derechos de sus hermanos ciudadanos.
Le dieron la espalda a aquello que era lo más importante, aquello que es el producto de las mentes de los hombres más nobles y honorables que han pisado el planeta, con una capacidad intelectual que jamás se ha logrado reproducir y que visionariamente reconocieron como lo más importante los derechos y las libertades del hombre, por encima de los tiranos gobiernos y estados.
Esos a los que yo hago más responsables, en su mezquindad de espíritu y valores se aliaron con los políticos, quienes al final son quienes tienen el poder para re-nominarles a las sillas que ocupan; “el amor y el interés fueron al campo un día y mas fue el interés, que el amor que te tenia…”
Esos más responsables se aliaron a los discapacitados mentales para con sentido de interés personal, glorificar el becerro sagrado de la imbecilidad y en traición a su juramento, se convirtieron en esbirros al servicio del tirano estado abusador.
Traicionaron el juramento prestado, traicionaron la Constitución y traicionaron A SUS HERMANOS CIUDADANOS. ¡Qué cochinada! Que Dios los perdone, porque lo que soy yo, no los puedo perdonar. Quien de esa forma vive y actúa, ha rendido su alma a las huestes del mal y yo, repito NO los voy a perdonar.
Molon Labe.
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