DE LA NADA
POR Lcdo. Oscar Acarón
POR Lcdo. Oscar Acarón
Por allá como entre 1985 y 1986 habíamos descubierto un pase de rabiches y cardosanteras en el Fuy, por mera observación y búsqueda. Una tarde de un viernes me fugué de la oficina y poniéndome de acuerdo con Albert le echamos mano a las escopetas y arrancamos para Guánica. Nos metimos por el basurero y atravesamos hacia el oeste, viramos al norte y tan pronto alcanzamos la servidumbre del riego nos metimos a las fincas, las que en esos días le habían hecho una limpieza de los aromas. Habían apilado los aromas en balseros, paralelos a la colindancia y aprovechamos los mismos para romper silueta y tumbarle algunas de pase. Quedamos entre Albert y yo volver temprano al otro día, sábado, para ver si el pase se daba también en la mañana. En la mañana nos acompañó Julito Quiñones y llegado ya al lugar comienzan a pasar algunas, pero las condenadas iban altas y llevaban viaje como esperábamos, en sentido contrario, hacia el norte. Se me ocurre treparme en uno de los balseros para ganar ventaja visual y logro ver que la tórtola se dirigía a un área a la que le llamábamos “El Monte de los Rayos”. Es que el sitio siempre estaba lleno de árboles de rayo. Pude notar que la zona había sufrido en una parte una limpieza parcial e imaginé que la tórtola, a lo mejor estaba aprovechando el área recién limpia para comer. Nos enganchamos en la cabalgadura y arrancamos hasta llegar al sitio, el que alcanzamos a eso de las ocho de la mañana. Atravesamos una pared de árboles caminando hacia el este y comenzamos a subir una lomita cuando encontramos la parte que habían limpiado de la finca. Al bajar la lomita encontramos que había otra colindancia que estaba delimitada por unos húcares y detrás de los húcares había un salaillo. La tórtola tendía a pasar por esa esquina de la finca y Albert se paró al frente de los húcares, mirando hacia el oeste y yo me paré en el salaillo, mirando también hacia el oeste. La tórtola estaba cooperando y la cacería se estaba dando muy bien. Julito, como de costumbre comenzó a hacer su trabajo acostumbrado de cartografía. No quedó un lugar de la finca que él no midiera y explorara su configuración. Cuando mejor llevábamos la tirada, de la nada, al lado donde yo estaba parado, ¡ZAAAABLAAAM! Me ha caído esta pelota de rayo que a la verdad todavía me estoy preguntando de a dónde salió. De la misma manera se empezó a levantar una brisita bastante recia y el cielo se comenzó a poner negro de golpe. De inmediato oigo a Albert que me dice: “Oscar, recoge, corre que nos vamos, esto tiene cara de que se va a poner malo.” Yo no lo pensé y agarré mi mochila y las tórtolas que tenía y la emprendí a paso apresurado hacia el oeste, hacia los autos. De golpe se zumbó otro bombazo y otro, y otro más y ya Julito iba picándole al trote preguntando: “¡Oh, oh, hombre del diablo!, ¿de a dónde salió este embeleco?” Albert le responde: “¡No preguntes y corre que esto parece una tormenta eléctrica!” Todos aceleramos nitrosos, al punto de que los talones casi nos pegaban en la nuca. No había un sitio en el monte donde no estuviese cayendo un rayo detrás del otro. En lo que llegamos a los carros, si no se zumbaron más de cincuenta rayos corridos, no cayó ninguno. Ya al punto de alcanzar los carros empezó a llover copiosamente. Lo curioso es que un par de minutos antes el cielo estaba limpiecito, azulito, sin una nube. Del susto llegamos a Cabo Rojo y nos metimos en una finca entrando por la 100 para la cual los muchachos tenían permiso y allí comenzamos a desplumar la caza, cuando Julito dice: “Oh, oh, pero bueno, ¿pero de dónde salió ese embeleco? ¿Quien se creía mas tiguerillo que yo? Yo no lo pensé y patitas pa’ que se quieren, eché a correr directo pa’ la guagua y creía que no iba a llegar” Albert con una sonrisa dice: “Si yo supiera, yo lo que sentí fue el bombazo que cayó para el lado de Oscar y de la nada el cielo se puso prieto y lo único que se me ocurrió fue decirle a Oscar que echara a correr. Eso salió de la nada.” Todavía es la hora que a ese asunto, no le tenemos explicación. De la nada…
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