NO HAY TAL COSA COMO
DEMASIADO CUIDADO.
Lcdo. Oscar Acarón
DEMASIADO CUIDADO.
Lcdo. Oscar Acarón
A mas de unas cuatro mil millas de distancia de la Ínsula del encanto tres cazadores culminaban la faena después de una emociónate tirada a la “avutarda” y el “cauquén”. Para el desconocedor, la referencia local es al ganso de Magallanes y a los gansos de cabeza ceniza. La faena es una por demás emocionante, se lleva a cabo sentado en el gélido suelo, donde se hace una pequeña trinchera de manera tal que la silueta del cazador se vea disimulada por el terreno. En las claras el ganso se aproxima en bandadas a muy baja altura. Los tiros son a boca de jarro, rapidito, intenso, de entrada y de salida. Nos habíamos quedado en que la faena había terminado y los “pateros” estaban recogiendo la parafernalia cinegética. Los cazadores se están aproximando a los vehículos y se disponen a enfundar las escopetas, cuando uno de ellos destaca: “Esa escopeta viene con el “bolt” cerrado, ¿esta descargada?” A lo que el interpelado algo molesto refutó: “Yo sé de armas, seguro que esta descargada.” a paso seguido, en demostración de que estaba descargada, apunta hacia el cielo y con rabia hala del gatillo: “¡ZAAABLAAAAAM!”. Lo “pateros” se tiraron de hocico al suelo, cuando se oye una voz que pregunta: “¿Todo el mundo bien? Y continúa diciendo: “Eso que tu sabes de armas” y remata “Ahora todo el mundo puede limpiarse el chiquito”. Descuido, contumacia, arrogancia, falta de diligencia, que se yo cuantas cosas más. Por mi parte agradezco de mis compañeros cualquier motivación a re- examinar las armas una y otra vez. El cuidado es una mística que no implica excesos. Nunca, pero que nunca, podemos ser demasiado cuidadosos. Demasiado y cuidado jamás serán afines. Acá en la ínsula recuerdo un incidente “border line” donde una persona se propone a descargar y guardar esta pistola de marca muy conocida, en su versión afinada de competencia. La toma por encima del carro y al levantarla, con el dedo meñique toca el gatillo: “¡BLAAAMMM!”. El hombre terminó con un agujero de .45ACP en un muslo. ¿Descuido, negligencia? Esta es una situación que se encuentra en el filo de la navaja. Distintas personas la interpretarían de una forma o de otra. A mi juicio, las pistolas de tiro requieren de ese “exceso” de cuidado que nunca es exceso, especialmente si son de la variedad que no tienen martillo expuesto. Estas, al igual que las 1911 requieren de jockeys dedicados, muy amorosos a la disciplina consciente, marcada y exagerada. Es igual que los autos y los botes. No es lo mismo manejar a “Froggie” (mi Echo), que poner las manos sobre el volante de un McLaren F1. Tampoco es igual estar al timón de un Whaler 15, que empuñar el timón del hidroplano “unlimited” Miss Budweiser. Todos debemos estar más que conscientes de nuestros límites y debemos saber hasta dónde podemos llegar, pero lo que es imperdonable es el que seamos negligentes. La prensa del día de hoy ha reseñado el más que desafortunado incidente de auto-emasculación “involuntaria” de parte de un oficial del orden público. Los comentarios han viajado desde lo sublime hasta lo ridículo, desde el apoyo moral y cristiano, hasta el sarcasmo y el desprecio. Independientemente de la seriedad de la situación y de la obvia buena voluntad que debe prevalecer en cuanto a la necesidad de recuperación del oficial perjudicado, puedo reconocer de la mayoría de los comentarios expuestos en la prensa y en FB un abierto y franco señalamiento en cuanto a negligencia. La experiencia nos dice que de haber ocurrido un incidente de esta naturaleza con un civil, los gendarmes le hubiesen sitiado su casa y le hubiesen ocupado no solo sus armas, hasta sus hijos le hubiesen confiscado. No puedo hacer menos que colegir con nuestro amigo Luis Bonnet. Toda arma, en toda situación, sin diferenciar entre civiles, policías o militares debe, por obligación portarse en una funda, cartera, “baqueta”, vaqueta, mariconera o facsímil de buena calidad al propósito mantener seria seguridad. No es tan importante, en cuanto a la ley actual, la cuestión de la portación no ostensiosa, vis a vis el argumento de la seguridad. Si no es provista por la unidad a que pertenezca, ahórrese unos chavitos y compre una buena “baqueta” para su pistolita. El vecino, el perro, la TV, el auto, su compañero, su esposa y sus hijos no necesitan que por accidente se les aumente el número de orificios que se traen de fábrica. Visto está el ejemplo, que hasta sus gónadas reproductivas se lo van a agradecer. Al oficial en cuestión le digo que Dios nos cuide a nosotros de su indiligencia y de la misma manera que el mismo Dios le prodigue pronta y completa recuperación de sus heridas. Lamentamos sobre manera el incidente auto-emasculatorio. Sin embargo, no perdamos de perspectiva lo que nos parece importante. Las armas, los autos, las motocicletas, los botes, los caballos y un sinnúmero de ejemplos más requieren de cuidado en su manejo. No existe tal cosa como demasiado cuidado, como tampoco es lógico el concepto de demasiada salud, por lo tanto, si queremos mantenernos sanos y saludables, tengamos cuidado, mucho, muchísimo, demasiado cuidado.
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